Montenegro

Montenegro es un país pequeñito que se independizó oficialmente de Serbia en 2006. Como todos los países de la antigua Yugoslavia sufrió una gran debacle económica después de la guerra, también gracias a las sanciones de la ONU. Ahora se está volviendo bastante turística de nuevo, aunque todavía es un país que pocos conocen.

Aparentemente sus montañas son increíbles pero nosotras solo recorrimos toda su costa, pues nuestro objetivo era llegar a Grecia antes de que se acabara el verano.

El primer día nos fue fatal con el autostop -seguro que era domingo- así que nos tiramos horas en Herceg-Novi sin que nadie nos parara. Al final nos paró un autobús -aunque no estabamos en ninguna parada- y nos llevó hasta Budva por 3€. Hubieramos querido parar en Kotor, pero estabamos demasiado cansadas para dejar pasar esa oportunidad. No es una zona fácil para hacer autostop porque hay una parte donde hay que tomar un ferry si no quieres dar una vuelta inmensa.

 

Pensábamos que Budva sería bonito pero resultó ser una de esas ciudades turísticas gigantes y horribles, con mucha gente y mucho ruido. Intentamos vender algo pero que va, ni nos miraban. Además nos engatusaron en un restaurante porque soñaba con una sopa y acabamos pagando casi 15 euros y nos quedamos con hambre, me quería matar.

Esa noche dormimos en un hotel, después de dar muchas vueltas entre música horrible y gente de un mundo muy diferente al mío. Un hotel abandonado, claro, -y en el jardín, que no tenía precisamente olor a rosas pues creo que lo usaban de baño. Almenos no se oía la música de los bares.

Totalmente deprimidas decidimos volver un poco atrás en busca de una playa bastante famosa y con nombre de buena música: Jazz.

Es bonita pero no tanto como sale en las guías, y prácticamente privatizada, algo que me da mucha rabia, toda llena de hamacas y sombrillas de alquiler. La única opción que se nos ocurrió para dormir sin pagar fue hacernos las «tontas» y acampar muy al final de un camping, donde ya no estaba tan claro si era camping o no. No encontramos agua potable, compramos una garrafa, otra nos la regaló un señor muy simpático que además nos compró helados y el resto pidiendo en los restaurantes, pues nuestra economía no estaba ni para comprar agua, que es algo que también me da mucha rabia. Estuvimos tres días genial, incluso teníamos show nocturno pues muchas parejitas venían a amarse en sus coches y analizábamos lo banalizable que puede ser el amor. En este caso, heterosexual. A veces me dan ganas de dar clases a algunos hombres.

El tercer día apuntito de comernos unas lentejas con verduras con muy buena pinta vino el guardia del camping muy enfadado pidiendo que llevaramos los pasaportes a recepción inmediatamente o llamaría a la policía y nos pillaría todas las drogas que llevábamos (jajaja). Inmediatamente recogimos el tinglao y cenamos a la orilla del mar, un poco tristes por su mala energía y por tener que movernos tanto. El guardia de la playa, mucho más simpático que el del camping, nos invitó a un café nos compró unas patatas fritas…y nos alegró el rato aunque casi no nos entendíamos hasta que la dueña del chiringuito empezó a chillarle como una loca y a señalarnos, así que nos fuimos a acampar al lado de la carretera. Así es el mundo, con gente que está llena de amor y generosidad, a la que no le importa si tu bolsillo está lleno o vacío y otra llena de ego que sólo te sonríe si puede sacarte dinero.

Almenos al día siguiente el autostop funcionó muy bien, aparte de un pervertido que nos paró y preguntó con la lengua fuera si eramos «lesbos»  y que no quería irse, casi le engancho la mano con la puerta de su coche. Mi sinceridad no ayuda imagino…

 

 

En un pueblo llamado Bar el chico que nos llevó nos invitó a casa de su madre que nos preparó un café y unas patatas fritas, y cantamos un rato con su hermanita pequeña, que era la única que hablaba alguna palabra de inglés o español.

 

 

Enseguida encontramos otro ride directo a nuestro destino: Ada Bojana, una playa casi en la frontera de Albania que nos habían dicho que había una comunidad y que era nudista, para mí, símbolo de libertad. Todo lo que necesitábamos.

El hombre -otro más que me dijo que con Tito todo estaba mucho mejor, que había 200.000 plazas hoteleras en Ulcinj, donde ahora no hay prácticamente nada- nos llevó a casa de su hijo en el río, compartieron unos pescados con nosotros, nos invitaron a cerveza que hacían ellos, nos regalaron una garrafa de 10 litros de agua  y nos llevaron en zodiac hasta un sitio donde podíamos acampar, pues Ada Bojana tiene 15km de largo.

Allí estuvimos unos cuantos días, sobreviviendo con lo mínimo pues la tienda más cercana estaba a 3km. Pero ni había comunidad ni era nudista, la parte nudista es privada y hay que pagar.  Yo me hice la tonta otra vez y alguna vez me desnudé igual, me parece demasiado tener que pagar para sentirme libre. Es un buen lugar, aunque está tan lleno de basura que ni me animé a limpiar esta vez, ni siquiera parecía que pasara nadie a recoger la basura. Los chicos del bar, amigos de los que nos llevaron, eran muy amables, nos invitaban a comer a veces, nos dejaban vender y estar todo el dia ahi con wifi por un café…pero el fin de semana hicieron una fiesta electrónica que duró 24 horas, llena de drogones…y yo me quería matar. De hecho me enfermé justo antes de que empezara la temida fiesta. después de comer unas lentejas mezcladas con sopa de sobre química a falta de verduras.

Gracias a esos dos días sin comer ni fumar y ver tanta gente drogada me libré definitivamente  de una de mis principales adicciones: el tabaco. Creo que me abrió los ojos el hecho de que mi chica me besó tras haber dado ella una caladita y yo estar limpia. Me pareció horrible el sabor, ni lavándose los dientes. ¡Pobrecilla! Con razón se quejaba tanto los últimos 6 meses cada vez que fumaba o me regalaban tabaco. Ya van tres meses, pero con el diablo nunca se sabe. Gracias Montenegro, gracias sopa química por enfermarme en el presente para sanarme el futuro!!