Francia

Después del Rainbow en Italia no sabía que hacer con mi vida, como siempre. Ya no creo que sea algo malo, porque todo lo planeado pierde la magia de lo inesperado. Me fui de Tramonti di Sopra con una buena amiga  en coche a pasar unos días en su casa cerca de Brescia y pude tener una vida familiar por unos días, pues me trató cómo a una hija más. Hacia un mes y medio que no dormía en una cama o usaba un baño «normal».  Dio la casualidad que mi compa estaba cerca, agobiada por el calor en Venecia. Aunque nos habíamos separado en Suiza «para siempre», como siempre el universo nos volvió a juntar.

Así que se vino a Brescia y partimos juntas, colandonos en el tren para llegar a Torino. No me gusta colarme en trenes pero todavía estoy algo «traumatizada» con el autostop en Italia. Nos metimos sin pensarlo en el primer tren a Torino y dio la casualidad que era un tren de lujo de alta velocidad. Al segundo vino la revisora con cara de muy malas pulgas, yo intenté ser todo lo amable posible o hacerme la tonta y pagar el billete pero nos pedía  50€ a cada una más el precio del billete!!Le dijimos que no podíamos pagar eso (suele costar 12€ a Milán) y se enfadó muchísimo, hasta nos pidió los pasaportes. Pobrecita, vaya trabajo.

Parecía que iba a llamar a la policía (¡empezábamos bien!) pero al final todo se quedó en un susto, nos devolvió los pasaportes y desapareció. En Milano salimos escopeteadas y compramos un billete a Torino. Allí hicimos tiempo hasta reencontrarnos con mi amiga Giulia, la que me llevó al Rainbow, y disfrutamos de los pequeños placeres de la vida que después de la vipassana se suponía que ya no me daban placer: tiramisu, pizza, falafel, comida china y los mejores helados de mi vida; hasta un hotel caro pero cutre, como nos gusta, al que me invitó mi compa porque por mi hubiera dormido en el parque. Es lo que pasa, cuanto más tienes más gastas en supuestas comodidades y caprichos.

Con Giulia y otro chico Rainbow israelí fuimos hacia Francia dirección a Aurillac, al festival de teatro y arte callejero más grande de Europa. Tardamos un par de días, uno acampamos en la cuneta de la carretera y el segundo en un bonito lago donde me comí el mejor crepe con huevo y queso de mi vida.

Como llegamos a Aurillac a las 11 de la noche me asusté bastante con el ambiente punki que no me esperaba. Borrachos tipo San Fermin haciendo «skate» en containers y un ambiente que ya no concuerda mucho con mi estilo de vida tranquilo y sano. Los «punkis» como yo les llamo son como la gente que va al rainbow, muchos tienen rastas y perros, pero visten de negro y la mayoría necesita todavía beber y drogarse a mansalva. Tienen conciencia política, son antisistema, pero en mi opinión dependen más del sistema que alguien que no tiene adicciones y todavía les falta la conciencia espiritual, el amor diría yo.

Quería matarme, ¿dos días viajando apretujadas en un coche para esto?

Acampamos gratis cerca del Mcdonalds con todos esos punkis -muy majos por el día- que te pedían dinero de todas las maneras posibles, algunas muy imaginativas -probablemente para comprar cerveza-y allí nos pasamos 3 o 4 días. Me bañaba en el río pero cuando vi que el río pasaba por toda la ciudad antes me arrepentí! Hasta me picaron unos bichejos que me dijeron que eran «aoutats» porque salen en «aôut» agosto en francés y al abundan en el sur de Francia. Lo que tiene la vida silvestre… Esos bichejos me han acompañado y molestado bastante tiempo, sobretodo por las noches que pica muchísimo, pero bueno, imagino que también tienen derecho a vivir los pobres.

La verdad no vi mucho arte callejero porque intentábamos hacer algo de dinero con la artesanía, almenos recuperar lo que habíamos gastado en el camino, pero la verdad no es el sitio para hacer el agosto. Había espectáculos realmente espectaculares, como una obra de teatro con un globo aeróstatico, aunque no me enteraba de mucho porque mi francés no era para tirar cohetes. Por el día todo era mucho más tranquilo y apacible, la gente muy amable. Lo mejor de todo es poder ver que por una vez los artistas callejeros pueden mostrar su arte sin ser molestados por la policía como si fueran delincuentes. Hasta para los artesanos había vía libre, ¡qué maravilla!

En realidad Aurillac no es un buen lugar para la artesanía sino para hacer contactos para la vendimia y del estilo. Yo no estaba muy por la labor de buscar trabajo asalariado la verdad, pero Giulia si y hizo muchos contactos, así que me relajé y me abrí a lo que la vida me ofreciera.

Cuando acabó el festival fuimos a acampar a otro lago donde la policía te deja tranquila hasta las 10 de la mañana.

Ahí me despedí por enésima vez de mi compa, que se fue con la idea de hacer el Camino de Santiago (siempre la eterna pregunta ¿será esta la última vez que nos veamos? ) y yo me quedé con Giulia…¡a trabajar! El mundo al revés…

Teníamos un trabajito en la ciruela pero cuando ya estábamos llegando al lugar nos dijeron que el dueño había cambiado de opinión y que no quería a nadie más.

¡Qué bien!Después de gastarnos casi todo el dinero que nos quedaba en provisiones de comida, pensando que teníamos trabajo asegurado… Aún así intentamos saludarle y nos quedamos una noche acampando con las chicas que nos habían dado el contacto, que ya estaban hartas y querían marcharse, pero el dueño casi ni nos saludó. La verdad me alegro de no haber trabajado ahí, no me apetece nada dar mi tiempo a alguien que ni me sonríe. Por suerte las chicas nos dieron el contacto de una mujer, que aparentemente era muy muy buena mujer, para recoger calabazas, a 50km de ahi, pero empezando la semana siguiente. Así que fuimos para la zona, cerca de Lauzerte, y estuvimos vagabundeando por el pueblo durmiendo mayormente en el coche y duchandonos en el baño de un area de descanso con una botella, o a veces en bikini con la lluvia 🙂  Había muchos españoles e italianos y el pueblo era bonito, pasa el camino de santiago de hecho, así que me sentía bastante en casa, hasta hubo un concierto de flamenco en la plaza y me eché unos bailes con los viejitos y los punkis del pueblo.

Hicimos también una excursión a Toulouse para recoger a un amigo pero bueno nada memorable, me aburren prácticamente todas las ciudades.

La verdad que no me mintieron, la mujer de las calabazas era muy buena mujer, extremadamente buena. Pocas personas he encontrado así. Nos dejaron poner las tiendas en el jardín de la casa, nos pusieron una mesa y unas sillas, un parasol y una extensión para la electricidad. Y progresivamente nos iban ofreciendo cada vez más cosas. Que si la ducha caliente diaria, lavadora también diaria, que si ahora una baguette, que si unos brioches, que si unos tomates y unos melones. Total que al final parecía un workaway, con alojamiento y comida, y además cobrando.

 

Lo único que trabajábamos poco, porque la calabaza se tiene que recoger cuando no hay humedad, así que se trabaja a partir del mediodía y si llovía había que esperar un día o dos a que se secara la tierra. A mi no me disgustaba para nada trabajar poco, no tenía que madrugar que es una tortura porque he perdido demasiado la costumbre y con 5 horitas ya me era suficiente, porque las calabazas pesan, de 1 a 20kg y los primeros días me dolía todo el cuerpo como nunca antes me había dolido, hasta tuve que tomar drogas, es decir, paracetamol, algo que raramente necesito desde que no trabajo por dinero.

Reconozco que esta experiencia ha sido muy interesante, porque me ha demostrado que es posible trabajar por dinero y que te traten como a un ser humano, pero eso sólo sucede si tienes suerte, te toca una familia y te tratan como si formaras parte de ella. Yo me esperaba lo que me habían contado, trabajar dos semanas recogiendo uvas para champán o vino corriendo como una loca, para explotaciones grandes con 40 o 50 personas de las cuales una gran proporción se emborracha y se mete de todo, a diario. En esos sitios ni te dan alojamiento ni comida ni ducha y no se qué simpáticos serán o si te tratan más bien como un ser inferior. Desde luego que preguntamos para trabajar en la manzana en un sitio grande y el jefe parecía bastante antipático.

Lo siento por ser quisquillosa pero prefiero comer de la basura que trabajar para ese tipo de personas.

Lo que no me esperaba es que mis compañeros calabaceros tendrían entre 60 y 70 años, la mayoría familia, amigos y vecinos. La verdad que la energía era bonita, había una mezcla francesa, española e italiana, porque la mayoría eran emigrantes o hijos de emigrantes y lo único que me ayudaba a soportar el esfuerzo físico, por estar casi sin levantar la cabeza, o cargando tanto peso, era ver que mis compañeras parecían más frescas que una rosa. He alucinado con la fortaleza de esas mujeres, te conducen un tractor con remolque y lo que le echen, trabajan todo el día y luego tienen que hacer las compras y dejar la casa como la patena.

 

Lo que es difícil es encontrar sitios ecológicos, que era mi sueño, pero la mayoría usan pesticidas, de hecho he comprobado que muchos agricultores tienen problemas de salud al respirar esos productos.

Como vinieron muchos días de lluvia seguidos nos invitaron a irnos de vacaciones, y ni cortos ni perezosos nos fuimos a España, así decidido en un minuto.

Pasamos por el festival de Tarrega, que es como el de Aurillac pero mucho más pequeño, tranquilo y familiar, me encantó! Y además, me volví a encontrar a mi compa jajaja. Es lo que tiene los amores entre viajer@s. Dos días después, antes que diera tiempo a pelearnos nos despedimos otra vez, y me fui unos días a visitar a la familia. Sólo hacia dos meses que no los veía pero aún así hace ilusión. Aproveché para coger ropa de invierno, como unos pantalones de ski de cuando tenia 14 años, que me han salvado la vida.

Después del deseado bañito en el mar de la costa brava donde me reencontré con Giulia y Dylan volvimos para Francia. Antes de que acabara el trabajo ya teníamos otro, puesto que nuestros jefes-padres movieron cielo y tierra para encontrarnos algo. Yo me fui a empaquetar uvas y mis compas a plantar cebollas.

La verdad esta última semana de trabajo fue muy dura. Muchas horas, trabajo monótono, mayormente sola y sboretodo, encerrada. Solo un dia salir a recoger uva para zumo, ensuciándome toda, y lo disfruté muchísimo. Pero lo del trabajo tipo fábrica no es para mí…y creo que para nadie. Un par de días tuve que salir a la naturaleza, caminando o con la bici casi con un ataque de ansiedad, me costaba respirar, tras 9 horas de trabajo. Para alguien que ha sido libre durante tanto tiempo que está acostumbrada a estar al aire libre, a hacer lo que le da la gana a cada momento es muy difícil estar encerrada, no tener tiempo para descansar, para comer tranquila, para meditar, yoga, hacer música…casi ni paraba para ir al baño hasta la hora de comer. Pero bueno fue una enseñanza más, una meditación muy dura del control de la mente. Por suerte era otra familia y también me trataron bien.

Además ya tengo contactos para el año que viene si quiero volver a trabajar, así que podría decirse que ya he encontrado el equilibrio entre la libertad y la estabilidad económica. Con la capacidad que he adquirido de vivir sin dinero puedo vivir muy bien y varios meses con 700 euros.

Mi último jefe muy majo también me llevó a una gasolinera de la autopista más cercana y me fui dirección a Navarra donde todavía llegaba a tiempo para el Rainbow Healing. Es curioso, la última semana había tenido muchas comodidades, cama, cocina y baño propio, bici, guitarra. Pero me faltaba tiempo y libertad. Nada más ponerme la mochila volví a sentir esa libertad…y volví a sonreir de oreja a oreja.

 

 

 

 

 

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