Pensar antes de comer

El otro día leía en un libro que 35.000 personas mueren de hambre al día. Casi 13 millones al año. 18 niños cada minuto. El libro era algo antiguo (pretendía acabar con el hambre en el año 2000) pero según he comprobado, la cosa va por ahí.

Sin embargo en las noticias esto no sale, porque no es algo nuevo. Sale como mucho una hambruna, que asola un país de forma excepcional, un tornado donde mueren 100 personas, un terremoto, un supuesto ataque terrorista que causa la alarma global y multitud de historias morbosas que distraen de los verdaderos problemas del mundo.

Se hacen homenajes a las victimas de la 2a Guerra Mundial, al 11-S, se recuerda con horror las bombas de Hiroshima. Y olvidamos, o nos ocultan, que CADA AÑO mueren el doble de las víctimas del Holocausto, CADA DIA hay un terremoto que mata a decenas de miles de personas de hambre o por enfermedades causadas por ella.

El terremoto de los intereses del capital.

¿Falta de comida? Para nada. Lo que falta es democracia, moral, interés por el bien común, distribución…Y lo que sobra, monopolización del sector alimentario, políticas agrícolas que la apoyan, especulación, apatía, escepticismo, aceptación.

Para los que jamás hemos sentido hambre por más de unas pocas horas no somos conscientes del sufrimiento que esto conlleva, y es difícil explicarlo con palabras. Ese libro, «How to end hunger» lo explicaba con testimonios que ponían los pelos de punta.

Pero este es un blog positivo, o se intenta, así que vamos a pensar en soluciones.

Este vídeo nos aporta en solo 10 minutos un poco de información que se nos intenta ocultar (a mi me explicaron en la universidad que en un sistema de competencia perfecta necesitamos información completa, muchas empresas y muchos compradores. Ja, ja.)

Como bien dice, tomar decisiones a nivel individual, apoyando el comercio local, huertos urbanos, etc es MUY necesario pero no suficiente. Hay que seguir presionando por todos lados. No olvidar, no distraernos, saber filtrar la información y no aceptar ninguna injusticia. Es lo mínimo que podemos hacer los afortunados que podemos, de momento, comer.

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