SAT NAM

Desde que volví de la Palma voy fluyendo, sin planes a largo o medio plazo, y gracias a ello he pasado un fin de semana inolvidable, en el 2º Festival de Yoga Ciutat de Castelló.

Ha sido todo un chute de amor y luz, un reencuentro con mi ser espiritual y con cientos de seres bellos, por dentro y por fuera.

Es tan difícil describir tantas sensaciones, tanto aprendizaje…que no puedo más que invitaros a que lo probéis vosotros mismos el año que viene. Soy consciente de que mucha gente inconsciente pensaría que estoy en una secta si me hubieran visto cantando el Wahe Guru con cientos de personas cogidas de la mano. O bailando a las 10 de la mañana Kundalini Dance o Bangra, moviendo las caderas por primera vez en mi vida y sin necesidad de intoxicarme como en una discoteca. Lo más dificil fue bailar mirando a los ojos fijamente con varias personas desconocidas, pero al final conseguí librarme de los miedos y la inseguridad.

Me he sentido niña de nuevo, libre, inmensamente feliz…y sobretodo comprendida, porque en «la vida real» no puedo evitar sentirme un extraterrestre. Y es que cada vez me cuesta más estar con gente superficial y sin paz interior, me absorben la energía.

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Ojalá el Yoga, que significa UNION, se extienda por todo el mundo, porque lo único que me entristece de estas experiencias es que sólo una minoría lleguemos a sentir el éxtasis, la paz interior y el verdadero amor.

Me quedo con una fábula que contaron:

Dice una antigua leyenda china, que un discípulo preguntó al Maestro: 

– ¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?. El Maestro le respondió: es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré el infierno. 

Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles. Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré el cielo. 

Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados. 

– No comprendo dijo el discípulo, ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación si todo es lo mismo? 

El Maestro sonrió. Ah… ¿no te has dado cuenta? Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros. 

Y ahora, canta conmigo…

QUE EL ETERNO SOL TE ILUMINE

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QUE EL AMOR TE RODEE

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Y LA LUZ PURA INTERIOR GUIE TU CAMINO

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SAT NAM

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