Canarias «patria» querida

Mi patria es el planeta Tierra, o incluso iría más allá, el universo. Pero si tuviera que elegir un lugar para nacer en otra vida, o morir en esta, sería sin duda Canarias. Bueno, si me estiras, Cuba.

No quiero promocionar las islas afortunadas demasiado la verdad, no les hace falta, pues cada vez están más explotadas y llenas de hoteles y campos de golf, pero bueno no creo que mis poco más de 200 lectores diarios pudieran hacer mucho daño con su visita, que además os conozco a la mayoría y sé que sois buena gente 😉

En esta miniescapada de 6 días que al final alargué a 10 (y que hubiera alargado a 3 meses pero no quería darle el disgusto a mi madre saltándome otra Navidad) visité las islas orientales, pues las occidentales, a excepción de El Hierro, ya me las conozco bastante bien.

El capitalismo es una puta mierda, pero reconozco que esta vez me aproveché de él en prejuicio de la Madre Tierra, y en favor de mi felicidad. Sí, he sido puramente egoista. En vez de hacer autostop de Madrid a Barcelona, o pillar un bus, elegí hacer esta escala antiecológica que gracias al mercadillo volante Ryanair, era prácticamente la opción más bonita y barata, 20 euros Madrid-Lanzarote y 10 euros Fuerteventura-Barcelona, más el ferry entre islas.

En Lanzarote ya había estado hace 4 años porque tengo dos buenas amigas, pero tenía muchas ganas de volverlas a ver, por eso no fui directamente a Fuerteventura, que era mi gran desconocida.

Una de ellas me vino a recoger al aeropuerto de Arrecife y aunque casi no había dormido porque obviamente tuve el peor horario de vuelo posible, 7 de la mañana, la acompañé en su trabajo diario. Debo decir que tiene un trabajo  muy guay, es su propia jefa y con ella es divertido hasta trabajar, así que yo encantada. Sólo el hecho de pasar del frío al calorcito y del gris cemento al azul y blanco del mar y las casitas estilo Cesar Manrique, ya me sentía extremadamente feliz. Es increible como ahora con los aviones puede cambiar todo en unas horas, la gente, el clima, el ritmo de vida, el aire…es casi como un viaje en el tiempo.

Aparte de «trabajar» visitamos Famara, una de mis playas favoritas de Lanzarote donde no pude resistirme a bañarme como Dios me trajo al mundo al lado de los kitesurfers.

Ahhh qué bueno sentir de nuevo el vientecillo de la libertad, el agua salada en mis labios, hacer la croqueta entre las olas, embadurnarme de arena…la mejor terapia antiestrés del  mundo. Es curioso que la mayoría de canarios sólo se bañan en la playa en agosto y cuando el agua está más calentita, el resto del año ni la pisan.  Supongo que no valoramos lo que tenemos, igual que un occidental no valora el agua potable que sale de su grifo. Por si ya no fuera suficiente mi amiga me invitó a un  buen surtido de tapas típicas canarias en este bonito pueblo surfero, a veces creo que recibo demasiado!

Estuve unos dos días en Arrecife, pero tampoco quería molestar demasiado y Arrecife no deja de ser una ciudad, pequeñita y tranquila, pero con mucho cemento para mi gusto.

Así que decidí irme a la Graciosa, la «octava» isla, de 29 metros cuadrados, que tampoco conocía. Dudaba de ir porque al no ser residente el ferry ida y vuelta te vale 20 euros (si eres residente creo que son 5€) pero yo sentía muy dentro de mí que tenía que ir, que ya volvería el dinero de alguna forma y al final todo fluyó también de una manera sobrenatural. Mi gran amiga y su compa me dieron un sombrerito de paja arehucas para el sol, unos cuantos víveres parte de su cesta de navidad y hasta me regalaron una tiendita que no usaban, bueno un cortavientos que se cierra con cremallera, fantástico! Para acabar de redondear la fluidez mi otra amiga, que trabaja de guía haciendo excursiones en barco trabajaba casualmente en La Graciosa el día que yo quería ir. Así que fuimos con su coche, y aunque en un principio pagué los 20 euros sin rechistar, cuando vieron que era amiga de ella me devolvieron el dinero! Esto cuesta mucho de creer pero…nunca dejes de hacer algo por dinero. El dinero puede volver, pero las oportunidades de vivir experiencias maravillosas, no tanto.

 

Parte de La Graciosa es parque natural, y como en todos lados está prohibidísimo acampar, pero tiene algo único, atención: un camping público gratis, con baño y ducha!! En teoría hay que pedir permiso aqui (hasta yo lo hice) y sólo te puedes quedar un máximo de 7 días seguidos, pero diría que hay gente que lleva ahí muuuucho más de 7 días 🙂 En fin de año y verano se peta por supuesto, no me gustaría estar ahí.

 

Aunque quería estar sola y en silencio, des del primer día me hice amiga de un hombre catalán que vive precisamente en El Fonoll, el famoso pueblo naturista de Catalunya; es de hecho uno de los primeros sitios donde quise ser voluntaria cuando comencé a viajar pero al final no me atreví, todavía no estaba tan habituada a desnudarme en público. Creo que ahora ya estoy perfectamente preparada después de tantos rainbows, de hecho con este amigo me paseé por media isla en pelotas. Él decía que la isla está declarada naturista, yo no estaba tan segura pero saludaba tranquilamente por la carretera a los

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taxis 4×4 que llevan turistas a la playa de Las Conchas. Al llegar al pueblo me vestía claro, y en el camping llevaba almenos un pañuelito , pues se supone que los locales son conservadores. Son tan majos y tranquilos, más incluso que en otras islas, que no sé hasta qué punto se enfadarían.Esos días me dediqué principalmente a caminar, le dije a mi amigo que no se enfadara pero que necesitaba caminar sola así que me hacía mi gofio de millo con agua, me comía una naranja o un plátano y me iba a pasear durante horas, a ratos descalza y/o desnuda. El primer día que me desnudé sola me aparecieron un grupo de surfistas de la nada y me dio algo de corte, pero yo me hice la loca y les saludé como si tal cosa.

Qué hay más natural que la desnudez? Es precisamente esta sociedad antinatural la que ha convertido lo más natural del mundo en antinatural.

Descubrí en mis paseos playas hermosas, la mayoría con fuerte oleaje y peligrosas para nadar, y unos paisajes y colores muy nuevos para mí, como si estuviera en otro planeta.

 

 

Por supuesto la perfección no existe, y tuve algún que otro inconveniente. Por ejemplo, dio la casualidad que era fin de semana y hubo una boda al lado del camping, con fiesta el viernes y el sábado y su correspondiente «Despacito» a las 3 de la mañana. Teniendo en cuenta que me iba a dormir a las 9 de la noche y se hacía de día casi a las 8 pues más o menos podía descansar durante esas 11 horas, pero con el sueño algo interrumpido. Lo bueno es que gracias a la boda el funcionario encargado de la limpieza limpió los baños. Yo ya había hablado con la de la oficina de información sobre el estado de estos, que no era para vomitar pero tampoco para tirar cohetes, para comentarle que a mi no me importaría limpiarlos, si tuviera al menos algo con que limpiarlos. Y ella me dijo que ya hay alguien que cobra 1300 euros al mes para hacerlo pero que bueno…»mira, igual con la boda estás de suerte».

Lo que es la vida, yo por la mitad, o hasta gratis de vez en cuando, les limpiaba la isla entera.

De hecho al final acabé limpiando algo porque al fin y al cabo era el baño de mi casa en esos dias y me encargaba de tirar al container las bolsas que la gente -por alguna razón que no lograba entender-, dejaba en los baños hasta que el último día un señor alemán me decía que entendía en el cartel que habia en español que se podía dejar la basura en el baño. Así que puse un cartel en inglés traduciendolo y señalando donde estaban los contenedores. Si vuelvo será con una escoba y un estropajo. Pedro, el hombre insignia del camping me felicitó por haber dejado una semillita de conciencia.

El tiempo tampoco fue perfecto, había bastante viento que tampoco dejaba dormir mucho, llovió algún día y alguna noche…con lo cual tuve que ponerle mi impermeable encima a la tienda con unas cuerdas porque tenía ventanas por donde podía entrar el agua.

Otra cosa es la comida, que es bastante cara en todos los supermercados del pueblo. En teoría no se podía hacer fuego ni usar camping gas así que todo es más difícil y caro, sino me habría apañado con algo de pasta, unas papas, un kilo de arroz y otro de lentejas. Imaginaros, estaban los aguacates a 10 euros el kilo!! Tuve que volver a la dieta del Camino de Santiago, botes de garbanzos y lentejas, latas de sardinas, pan, algún tomate y alguna fruta, con el gofio como componente extra canario. El último día descubrí que casi me salía más barato comprarme un bocadillo caliente en uno de los bares que no está a primera linea de playa en lugar de hacermelo yo, y podía además desconectar un rato del viento y la oscuridad ahora que las noches son tan largas.

En teoría iba a estar sólo 2 o 3 días, pero vi un billete por 15 euros y me lo compré para 3 días más tarde, ala, viva la vida!

El último día hice otro amigo muy especial, un chico que vivía en Alemania que hablaba inglés perfectamente pero que en realidad era palestino. Mientras cargaba yo el móvil en los baños me explicó su historia, que se había tenido que ir de Palestina con su familia y que ya no podía volver a su país pues necesitaría permiso de Israel, que estuvo de ilegal en varios países, trabajando en barcos de pesca porque es el único trabajo donde no pedían papeles, que ni siquiera en países árabes como Arabia Saudi los palestinos son bien recibidos porque estos últimos son mucho más abiertos en temas como por ejemplo la igualdad de la mujer o su forma de vestir.

Me explicó como pasaba las fronteras, en la de Albania le llegaron a disparar y como fue caminando durante miles de kilómetros, en la nieve, sin saco de dormir, sólo con lo puesto. Al final consiguió llegar a Alemania, el sueño de todos, tiene la residencia, aprendió alemán, está acabando la carrera de Finanzas pero no le gusta nada Alemania, le parece un país muy frío en todos los sentidos. Creo que en eso estamos de acuerdo. Dicen que le han llegado a gritar por pasar un paso de cebra sin coches cuando el semáforo no está en verde…

Total que ese chico me removió bastante, me hizo darme cuenta la burbujita en la que vivo, lo afortunada que soy de tener pasaporte y ser bienvenida en cualquier país (bueno siendo nacida en Catalunya algún día podría acabar sintiendo lo que es ser refugiada ja ja) y me dieron muchas más ganas de ir a Grecia, no sólo para ayudar a los refugiados  sino realmente para aprender de ellos. Es vergonzoso que sean tratados peor que a animales, o simplemente les tengamos lástima. No, son personas luchadoras y valientes que nos dan un millón de vueltas. Me acompañó al puerto para poder hablar un poco más, la verdad me hubiera gustado conocerlo antes.

Estuve en Arrecife un día más, un poquito más morena y asalvajada que 5 días atrás y a la mañana hice autostop para ir a Playa Blanca a coger el ferry. Curioso iba a tomar el bus y a la mitad de camino me di la vuelta y me dije: pero qué aburrida y burguesa te estás volviendo, hija. Y caminé unos cuantos kilómetros para salir de Arrecife y encontrar una gasolinera en la autovía donde hacer autoestop. Me costó un ratito pero al final un hombre local me llevó. Parecía un  hombre normal, pero fue otro de estos autostops especiales, pues el buen hombre era santero y tuvimos una conversación muy profunda y espiritual. Iba a un pueblo mucho antes pero acabó llevandome a Playa Blanca pues tenía el día libre. Creo que se acordará de mi igual que yo de él. Me dijo entre otras cosas que no buscara la muerte (a cuento de que le dije que me encantaría viajar por Africa algun día) que la muerte siempre está a nuestro lado y si nos metemos en situaciones difíciles innecesariamente nos va a venir.

Y lo más gracioso, que iba a ser madre de una niña, alomejor no mía propia pero de mi pareja o algo así. Me puse a reír, pensando en que ya no recordaba la última vez que probé varón. (A ver si es que voy a donar óvulos? Me lo he planteado y mirado ahora un poco para subvencionar el voluntariado en Grecia y ayudar doble, pero no me convence lo de hormonarme a saco y sufrir como si tuviera un aborto, o eso es lo que he leído por internet).

Me invitó a un café y me dejó en el ferry yo le mandé mucha buena energia porque se le notaba que algo no estaba del todo bien en su vida. Tuve que esperar un buen rato, viendo a manadas de turistas ingleses que venían de Fuerteventura. Me pareció extraño, incluso el que vendía los billetes de lineas romero no tenia mucha pinta de saber hablar español.

Y al llegar a Corralejo me quedé flipada.

Uf, guirilandia, del rollo Lloret de Mar. Casi me atropellan tres chicas inglesas en minifalda y plataformas con un patinete eléctrico. Eso sí que es tentar a la muerte. Estuve caminando un montón y el unico canario o español que encontré para preguntarle donde había un supermercado que no fuera para guiris era un chico que pedía dinero.

No sé, no me gustó nada Corralejo. Salí corriendo. Al final después de caminar un montón bajo el sol abrasador encontré un Mercadona y aunque normalmente le hago boikot porque no me gusta como trata a los agricultores y trabajadores, compré mi kit de comida de supervivencia y sobretodo agua, por si me quedaba durmiendo en una playa en medio de la nada. La cajera del Mercadona también parecía local, pero con pocos más locales he interactuado.

Le pregunté a un señor que si era de aquí, para saber si había alguna playa bonita. Me dijo que sí, aunque en seguida vi que era argentino. Y bueno al final hicimos también amistad, lo tengo hasta en el whatsapp. Me regaló comida china que le había sobrado y me llevó a un sitio donde hacer autostop.

Me dijo esta frase, pues él lleva 11 años en la isla: «Cuando llegas a Fuerteventura lloras dos veces, cuando llegas y cuando te vas». Creo que tiene toda la razón del mundo.

Enseguida un chico muy majo, serbio y músico profesional me paró y me preguntó donde iba…y como yo no tenía ni idea le dije bueno, donde vayas, no sé, alguna playa? Y recogimos a una amiga suya italiana en Lajares y me dejaron en la playa de Majanicho. Estaba cansada en realidad, me senté un rato a ver los surfistas en una playita donde también podría dormir tranquila, pues tenía menos de dos horas de sol, pero como soy un culo inquieto en el fondo me puse a caminar y a caminar por una pista siguiendo la costa. Bueno, ya que estoy voy a ver el atardecer en El Cotillo, pensé. Caminé y caminé disfrutando  mucho porque no había nadie, aparte de algún coche de surferos que pasaba de vez en cuando, así que podía cantar a grito pelao y sentir esa libertad que sólo siento verdaderamente cuando estoy sola en la naturaleza.

Qué felicidad y eso que iba cargadísima con la mochila y la comida.

Como veía que no iba a llegar para el atardecer me encasqueté en un coche de un surfero italiano con la tabla aplastándome y después con una chica del país vasco muy maja que trabajaba y vivía en El Cotillo. Me dieron indicaciones de donde podía dormir y me dio tiempo hasta a darme un baño y ver un atardecer precioso, de los que las cámaras no hacen justicia.

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El Cotillo ya es otra cosa. Es turístico también pero de otro tipo, es un pueblito de esos que dices: mmmm aquí podría vivir.

Se me ocurrió cambiar de playa para dormir, aunque la del atardecer ya estaba bien, sólo que demasiado dentro del pueblo, y al final se me hizo de noche completamente y me las vi negras para caminar por esas playas rocosas.

Al final en un sitio con unas caravanas y furgos aparcadas que me dio buena energia encontré una casita de madera  que me refugiaba un poco del viento y ahi me quedé que el suelo estaba blandito, me comi la lata de sardinas y a dormir, con suerte serían las 8.

Me gusta levantarme en sitios donde llego de noche porque nunca sé qué me voy a encontrar. Y me encontré esto:

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Qué suerte la mía, haber encontrado un trocito de césped artificial blandito (y relativamente limpio) en medio de la nada.

Recogí prontito por si acaso me decían algo (estaba en la casita de los socorristas de hecho) y al final me quedé apalancada toda la mañana en el Cotillo, en las playitas estas que son como charcas ideales para familias y adultos -como yo- que tienen respeto a las corrientes marinas.

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Esto quería ver yo, ese color turquesa!! No sé qué tiene el color turquesa que me vuelve loca, y supongo que no seré la única.

Por la tarde me comí un bocadillo en un bar, para eso de ir al baño, lavarme con agua dulce la cara y cargar el móvil y vi accidentalmente la tele. Pa qué, me puse de mala leche, otra vez el Rajoy diciendo tonterías después del 21D. Me recordé que me había perdido otras elecciones, para no variar, si al final me voy a hacer anarquista de forma natural. Pero bueno unas elecciones con la mitad de los que se presentan en la cárcel no son unas elecciones muy normales, la verdad. Vi que el que me gusta a mí había sacado poquísimos escaños, por no ser nacionalista de ningún tipo imagino y bueno me consolé con lo de «El cambio está en mí, el cambio está en mí».

Total que no sabía donde pasar mi última noche, quería ir a Cofete que se supone que es la playa más bonita y salvaje de Fuerteventura pero estaba a tomar por culo y no quería perder el avión tampoco, tendría que depender exclusivamente del autostop y recorrer además una pista forestal de 18 kilómetros. Así que una pareja de eslovenos me llevó de vuelta a las afueras de Corralejo, pues acababa de leer en un blog que las playas más bonitas estaban ahí, bueno las típicas estas larguísimas color turquesa que una imagina siempre de Fuerteventura, hasta ahora sólo había visto playas rocosas.

Pues mira no sé como lo hice que me salté la playa bonita. No pasa nada, me metí entre las dunas del parque natural y disfruté mucho de nuevo de la soledad y el silencio, parecía por un momento que estaba en el Sahara. Y cuando ya me iba a despelotar porque no había nadie, me encontré un jubilado inglés jugando al golf! Al principio no me hizo mucha gracia que interrumpiera mi soledad pero tuvimos una conversación agradable. Yo le dije que ojalá todos los campos de golf fueran así en lugar de malgastarse tanta agua y él decía que la pelota no se deslizaba igual y tal. Hasta en Fuerteventura una isla tan desértica tiene unos cuantos campos de golf, para mí es una verguenza, pero no quise herirle los sentimientos.

Cuando llegué a la playa, vi dos hoteles gigantes. Mira que hoteles más majos en un parque natural. De 10 plantas cada uno lo menos. Luego me vendrán a decir que no puedo acampar, ya verás, pensé. Y fui hacia la derecha de los hoteles, pero yo sospecho que la parte bonita, está en el lado izquierdo, porque no vi ninguna playa así espectacular. Como ya era tarde me alejé un par de kilómetros de los hoteles y monté la tienda. Absolutamente sola, aunque se veían a lo lejos algunas luces y se escuchaban los coches de la carretera. Pero pasé una noche fantástica la verdad, tocando para mí, como una cena romántica conmigo misma, con lata de sardinas de menu, sin un triste pan, que de hecho se me quedó una espina clavada un buen rato en la garganta y pensé, toma soledad escogida, ahora te ahogas aquí y a ver quien se entera jaja. Pero hubiera sido una muerte muy libre y en un lugar hermoso, qué más se puede pedir? (Tras sobrevivir lo tomé como una señal y oportunidad para dejar de ser tan sardinovegetariana y convertirme en una vegetariana casi vegana más seria en 2018).

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Y poco más, a la mañana también caminé un montón por las dunas, que cansa y achicharra bastante, buscando la playa turquesa y no las veía, hasta que me giré y vi que desde atrás si se veían algo turquesa. Cuando me cansé me puse a hacer autostop dirección Puerto del Rosario, donde está el aeropuerto, y conocí una chica catalana que también iba al aeropuerto a recoger una amiga, caminando. Faltaban como 20 kilómetros, es que la chica también ha hecho el Camino de Santiago y ya no le asustan las distancias. Caminamos un buen rato juntas intercambiando visiones de vida y me confirmó que la playa bonita que buscaba está a la izquierda de los hoteles. (!!)

Casi se atreve a hacer su primera experiencia en autostop conmigo pero al final prefirió seguir caminando, yo es que iba con la mochila claro y estaba ya cerca de la insolación. Me costó bastante pero al final unos franceses me dejaron en Puerto del Rosario y de ahí ya fui al aeropuerto en bus, porque no  veía muy claro lo de caminar por la autovía.

Para qué negarlo, si no hubiera sido el día antes de Nochebuena me habría quedado sin dudarlo, caminando y durmiendo por ahí, dar la vuelta entera a la isla, y luego irme a otra y asi podria pasarme un año entero, o la vida, con mi hija que si algún día existe, creo que tendrá acento canario 😉

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